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La grasa como factor de riesgo de obesidad en la población infantil
Endocrinología y Nutrición 2003;50(6): 198-209
VÁZQUEZ C
Endocrinología y Nutrición 2003;50(6): 198-209
Resumen del Autor:
La obesidad infantil es una enfermedad multisistémica de consecuencias devastadoras. Su importancia deriva de su persistencia en la edad adulta y de su asociación con el riesgo cardiovascular. No existe un consenso para la definición de obesidad en la población infantil y juvenil. Lo más aconsejable es utilizar los percentiles del índice de masa corporal (IMC) o los puntos de corte por edad y sexo propuestos por Cole. La prevalencia de la obesidad infantil es muy elevada en todo el mundo desarrollado, y aún lo es más su velocidad de incremento. Es necesario un ambiente favorable para que aparezca la obesidad y, de entre todos los componentes alimentarios, es el incremento en la ingesta de grasa el que ofrece un mayor paralelismo con el aumento de la prevalencia de la obesidad en los países desarrollados. La grasa es el macronutriente de mayor rendimiento energético y el que presenta una menor capacidad de atenuar su exceso de ingesta. Sin embargo, no todos los estudios epidemiológicos encuentran una relación entre la ingesta de grasa y la ganancia de peso. En la controversia sobre la "culpabilidad" de la grasa se puede hipotetizar que la ingesta de grasa es un factor de confusión y que la relación causal más fuerte entre ingesta y obesidad se produce con la densidad energética, ya que ésta influye en la saciedad y ha sido implicada en la regulación energética. La grasa, los azúcares solubles y la ausencia de fibra y agua aumentan la densidad energética de los alimentos. Los alimentos de la llamada comida rápida tienen una gran densidad energética y su consumo es elevado en la población infantil. En cualquier caso, las principales encuestas poblacionales españolas y de casi todos los países occidentales ponen de relieve el exceso de ingesta de grasa en la población general (> 40%) e infantil (> 42%), muy lejos de las recomendaciones, lo que se asocia con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y, hasta cierto punto, de algunos cánceres e hipertensión. Por todo ello, es importante tomar medidas para reequilibrar la alimentación infantil, restringiendo la cantidad de grasa, disminuyendo la densidad energética e incrementando los hidratos de carbono ricos en fibra. Para ello es imprescindible adoptar medidas industriales, educativas y sociosanitarias.
La obesidad infantil es una enfermedad multisistémica de consecuencias devastadoras. Su importancia deriva de su persistencia en la edad adulta y de su asociación con el riesgo cardiovascular. No existe un consenso para la definición de obesidad en la población infantil y juvenil. Lo más aconsejable es utilizar los percentiles del índice de masa corporal (IMC) o los puntos de corte por edad y sexo propuestos por Cole. La prevalencia de la obesidad infantil es muy elevada en todo el mundo desarrollado, y aún lo es más su velocidad de incremento. Es necesario un ambiente favorable para que aparezca la obesidad y, de entre todos los componentes alimentarios, es el incremento en la ingesta de grasa el que ofrece un mayor paralelismo con el aumento de la prevalencia de la obesidad en los países desarrollados. La grasa es el macronutriente de mayor rendimiento energético y el que presenta una menor capacidad de atenuar su exceso de ingesta. Sin embargo, no todos los estudios epidemiológicos encuentran una relación entre la ingesta de grasa y la ganancia de peso. En la controversia sobre la "culpabilidad" de la grasa se puede hipotetizar que la ingesta de grasa es un factor de confusión y que la relación causal más fuerte entre ingesta y obesidad se produce con la densidad energética, ya que ésta influye en la saciedad y ha sido implicada en la regulación energética. La grasa, los azúcares solubles y la ausencia de fibra y agua aumentan la densidad energética de los alimentos. Los alimentos de la llamada comida rápida tienen una gran densidad energética y su consumo es elevado en la población infantil. En cualquier caso, las principales encuestas poblacionales españolas y de casi todos los países occidentales ponen de relieve el exceso de ingesta de grasa en la población general (> 40%) e infantil (> 42%), muy lejos de las recomendaciones, lo que se asocia con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y, hasta cierto punto, de algunos cánceres e hipertensión. Por todo ello, es importante tomar medidas para reequilibrar la alimentación infantil, restringiendo la cantidad de grasa, disminuyendo la densidad energética e incrementando los hidratos de carbono ricos en fibra. Para ello es imprescindible adoptar medidas industriales, educativas y sociosanitarias.
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Notas:
XVII Curso de Endocrinología para Posgraduados (1ª PARTE)
Palabras clave:
Adolescentes, Educación nutricional, Factores de riesgo, Grasas en la dieta, Niños, Nutrición del adolescente, Nutrición infantil, Obesidad, Prevalencia
ID MEDES:
9313
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