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Papel del médico de familia en el manejo de la infección por VIH
Anales de Medicina Interna 2007;24(8): 399-403
BRIONGOS FIGUERO LS, BACHILLER LUQUE P, EIROS BOUZA JM, PALACIOS MARTÍN T
Anales de Medicina Interna 2007;24(8): 399-403
Resumen del Autor:
La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es
una enfermedad con gran impacto sociosanitario. Desde 1981, cuando se
describieron los primeros casos de sida, se han infectado más de 60
millones de personas. En estos 25 años se han realizado muchos avances
en cuanto a su manejo y sabemos que la prevención y el diagnóstico precoz
son fundamentales.
El papel del médico de familia es esencial ya que es un punto privilegiado
de atención global, counseling y apoyo para estos pacientes. El
principal objetivo es disminuir la incidencia de nuevas infecciones por
VIH. Además, otros objetivos son: prevención primaria y promoción de
la salud, diagnóstico precoz, captación de pacientes infectados, seguimiento
y cuidados al paciente terminal.
Es importante conocer que todos somos susceptibles de contraer el
virus y, aunque la realización de la serología de VIH es voluntaria, existen
recomendaciones de los CDC: sujetos con signos o síntomas sugestivos
de infección, mujeres embarazadas, sujetos con situaciones de riesgo
y entre los 13 y 64 años de manera rutinaria. La comunicación del resultado
es un punto clave en la relación terapéutica. Si es negativo se debe
hacer intervención sobre las conductas de riesgo. Si es positivo debemos
informar y apoyar al paciente, además es importante una buena captación
y valoración para su derivación a la consulta especializada.
El paciente terminal de sida está muy inmunodeprimido y necesita
cuidados paliativos como otra enfermedad terminal. Otro reto es la prevención
y control de la infección VIH en la población inmigrante.
En conclusión, el médico de familia debe investigar prácticas de riesgo,
informar, prevenir nuevos casos y, en la población infectada, seguimiento
de la evolución, apoyando y confortando.
La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es
una enfermedad con gran impacto sociosanitario. Desde 1981, cuando se
describieron los primeros casos de sida, se han infectado más de 60
millones de personas. En estos 25 años se han realizado muchos avances
en cuanto a su manejo y sabemos que la prevención y el diagnóstico precoz
son fundamentales.
El papel del médico de familia es esencial ya que es un punto privilegiado
de atención global, counseling y apoyo para estos pacientes. El
principal objetivo es disminuir la incidencia de nuevas infecciones por
VIH. Además, otros objetivos son: prevención primaria y promoción de
la salud, diagnóstico precoz, captación de pacientes infectados, seguimiento
y cuidados al paciente terminal.
Es importante conocer que todos somos susceptibles de contraer el
virus y, aunque la realización de la serología de VIH es voluntaria, existen
recomendaciones de los CDC: sujetos con signos o síntomas sugestivos
de infección, mujeres embarazadas, sujetos con situaciones de riesgo
y entre los 13 y 64 años de manera rutinaria. La comunicación del resultado
es un punto clave en la relación terapéutica. Si es negativo se debe
hacer intervención sobre las conductas de riesgo. Si es positivo debemos
informar y apoyar al paciente, además es importante una buena captación
y valoración para su derivación a la consulta especializada.
El paciente terminal de sida está muy inmunodeprimido y necesita
cuidados paliativos como otra enfermedad terminal. Otro reto es la prevención
y control de la infección VIH en la población inmigrante.
En conclusión, el médico de familia debe investigar prácticas de riesgo,
informar, prevenir nuevos casos y, en la población infectada, seguimiento
de la evolución, apoyando y confortando.
Traducir
Notas:
Palabras clave:
ID MEDES:
37527
DOI: 10.4321/S0212-71992007000800012 *
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